domingo, 1 de junio de 2014

Santoña en la Guerra de Independencia (1808-1814)




Los franceses crearon en el transcurso de la Guerra de Independencia una verdadera plaza fuerte en Santoña. Su elección se debió:

  • Su configuración física la hacía casi inexpugnable.
  • Su facilidad para acoger embarcaciones de todos los portes y por tanto las escuadras que aseguraban el control del Cantábrico Oriental.
  • Por su localización a medio camino entre los dos extremos, Bayona y El Ferrol, ambos a dos días de navegación. Además permitía llegar a la capital, Madrid, en 10 días.
Así tras estallar la Guerra de Independencia el 2 de mayo de 1808, los franceses llegan a Santoña seis meses más tarde, en noviembre de 1808. Entre 1808 y 1811 la plaza estuvo tanto en manos francesas como españolas.

En 1811, ante el interés inglés por la plaza de Santoña y la posibilidad de que esta se convirtiera en el Gibraltar del Norte, el propio Napoleón tomó cartas en el asunto y decide fortificar Santoña.

Entre septiembre de 1812 y septiembre de 1813 se construyeron los fuertes del Mazo y Gromo, el pequeño reducto del Brusco y las baterías del Águila y del Puntal (Laredo) y reformado el de San Martín, Cafarelli, Istrie, La Cruz y Rastrillar (Laredo).

Hacia 1813 estas obras habían supuesto un gran coste económico, unos 700.000 francos que habían cambiado la fisonomía de la localidad y de su entorno más inmediato.

Tras la derrota de los franceses en Bailén (julio de 1812), Santoña, con poco más de 1500  militares franceses, es sometida a un bloqueo durante dos años por 10.000 soldados españoles. El bloqueo nunca fue excesivamente gravosa para los franceses gracias a la entrada de embarcaciones procedentes de Bayona con pertrechos, municiones y dinero.

Reconquistados Laredo, el Puntal, el Gromo y el Brusco, a finales de febrero de 1814 sólo permanecía en manos francesas la propia plaza de Santoña, pero su expugnación no parecía fácil.Su configuración física, sus fortificaciones dotadas de artillería, su guarnición y las embarcaciones armadas que contenía su rada convertían la empresa en muy arriesgada.

En marzo, ante la evidente futura derrota de las tropas imperiales en el frente ruso (La Grande Arméé, ejército imperial francés sumaba unos 600.000 hombres, 200.000 animales y 25.000 carros, atravesó la frontera rusa en junio de 1812 y a finales de ese mismo año serían expulsados de Rusia), se convino un armisticio provisional para pactar los términos de la capitulación, armisticio que recogía entre otras condiciones las del cierre del puerto y el de dejar expedito el paso por mar frente a la plaza.

El documento de Capitulación ya estaba redactado el 26 de marzo, pero Wellington se negó a ratificarlo poniendo como excusa la cláusula de que los sitiados tornarían a Francia bajo palabra de no volver a entrar en combate en la guerra. Al fin, tras la abdicación de Napoleón la capitulación de Santoña pasaría a ser el punto quinto del Tratado que ratificaba el fin de la guerra, Tratado de Valencay, y que suscribieron  el duque de Ciudad Rodrigo por parte inglesa, el duque de la Albufera por la española y el mariscal Soult por la francesa. Santoña fue la última plaza del Cantábrico en ser abandonada por el ejército francés, ante la negativa de su gobernador, el general Lameth, a entregarla a las autoridades inglesas de la zona y aguardar la llegada de las españolas.

Fuentes: Conferencia de Rafael Palacios sobre la Guerra de Independencia en Santoña.

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